La caries es una enfermedad bucodental caracterizada por la presencia de microorganismos cariogénicos en la superficie dental, que metabolizan los azúcares y los convierten en ácidos que debilitan la dentición. Según la Encuesta de Salud Oral en España realizada por el Consejo General de Dentistas en 2015, entre el 92-94% de la población adulta padece caries.

La prevención de esta patología oral es un problema a nivel global.  Por este motivo, es necesario educar a la población en este ámbito y contemplar medidas preventivas y didácticas desde la infancia. Saber cómo prevenir las caries puede ayudar a que los niños de hoy tengan una mejor salud bucodental mañana.

Para evitar la aparición de la caries dental es fundamental prestar atención a factores como la alimentación, una higiene bucodental adecuada y las visitas periódicas al dentista.

¿Cómo prevenir la aparición de la caries?

Alimentación

El consumo reiterado de azúcar altera los niveles de bacterias presentes en la cavidad oral, lo que convierte el azúcar en ácidos que desmineralizan el esmalte de los dientes.

Para prevenir la caries es esencial evitar determinados productos como los zumos con alta concentración de azúcar, refrescos con gas, bollería industrial o golosinas. Otra medida eficaz para limitar el consumo de azúcares libres es sustituir la sacarosa por otro tipo de edulcorantes con menor capacidad de erosión dental.

En este sentido, el Consejo General de Dentistas, entre los consejos que ofrece para saber cómo prevenir las caries, recuerda que seguir una dieta sana y equilibrada reduce las enfermedades bucodentales y contribuye a una buena salud general.


Rutina de higiene bucodental

Un factor clave en la aparición de la caries es mantener una buena higiene oral. Cepillar los dientes utilizando la técnica adecuada y emplear utensilios, como el hilo dental y el colutorio, aseguran una limpieza bucodental óptima.

Además, se debe atender a los espacios interdentales, a la línea de las encías y a la lengua, ya que son zona de difícil acceso donde tiende a acumularse la placa bacteriana.

En lo referente a la técnica de cepillado, la mejor opción es cepillar la dentición de forma lenta y suave, con movimientos de arriba hacia abajo y de atrás hacia delante.

Finalmente, como prevenir la caries es primordial para nuestra salud bucodental, hay que tener en cuenta que es necesario renovar el cepillo de dientes cada tres meses, ya que llegado este tiempo deja de cumplir de manera adecuada su función.


Acudir al dentista

En primer lugar, nuestro dentista de confianza nos guiará adecuadamente para saber cómo prevenir las caries, por lo que las visitas a su consulta deben ser periódicas. Se aconseja acudir al menos una vez al año, salvo en pacientes con algún riesgo, para llevar a cabo una revisión del estado de la cavidad oral del paciente y realizar una limpieza oral profesional.

Esta medida preventiva, al igual que las anteriores, ayuda a que los dientes permanezcan sanos y fuertes a la vez que se facilita la detección precoz de cualquier patología oral.


Uso de dentífricos con flúor

El flúor es un componente eficaz en la prevención de la caries dental. Este elemento está presente tanto en dentífricos como en colutorios.

La principal ventaja de utilizar este ingrediente es que refuerza el esmalte dental a la vez que aumenta la resistencia frente a la desmineralización. De esta forma, se combate la caries y se actúa frente a los microorganismos cariogénicos de la placa dental.

Sin embargo, aunque los colutorios fluorados sean útiles, el Consejo General de Dentistas recuerda que estos complementos de higiene oral no sustituyen al cepillado, que es el método más eficaz para controlar la placa bacteriana que se adhiere a la dentición.


Sellado de fisuras

El sellado de fisuras es una técnica capaz de frenar el desarrollo de la caries dental formando una barrera que protege la zona más sensible del diente.

Mediante este procedimiento se rellenan las fisuras presentes en el esmalte y se impide la actividad bacteriana.


Prevención infantil

En el caso de la población infantil, además de seguir las medidas preventivas anteriores es fundamental la supervisión por parte de los progenitores, quienes saben mejor cómo prevenir las caries. Ellos son quienes han de trasladar esa importancia a los más pequeños. La actitud y participación de los adultos ayuda a inculcar unos buenos hábitos de higiene bucodental y, en consecuencia, a prevenir la aparición de caries dental.

Según el Atlas de la Salud Bucodental, realizado por la Federación Dental Internacional (FDI), en España hay 1,8 millones de niños menores de 12 años que tienen caries en sus dientes primarios. La Organización Colegial recomienda acudir por primera vez al dentista durante el primer año de vida para detectar posibles patologías, caries tempranas y anomalías en la erupción de los dientes.

Los problemas de la ATM (articulación temporomandibular) son relativamente frecuentes, habitualmente muy molestos y pueden llegar a producir importantes limitaciones en las funciones masticatoria y fonatoria.

El origen de los problemas en la articulación temporomandibular puede ser muy variado ya que son muchas las estructuras que forman la ATM o que pueden actuar sobre ella. Además debemos tener presente que las dos ATM (derecha e izquierda, que conjuntamente suelen agruparse bajo la denominación «articulación cráneo-mandibular») actúan al unísono y, por lo tanto, la alteración en una de ellas acaba afectando indefectiblemente a la otra. También las alteraciones en la correcta oclusión dental (la articulación entre los dientes de la arcada superior e inferior) termina por provocar problemas en la articulación temporomandibular.

Habitualmente se dividen los problemas de la ATM en dos grandes grupos: funcional y orgánico.

– Los problemas funcionales de la ATM serían aquellos en los que no encontramos alteraciones objetivas en la articulación, a pesar de existir sintomatología.

– Los problemas orgánicos serían los originados por una alteración evidenciable en la articulación.

Normalmente los problemas de la articulación temporomandibular funcionales son más leves y fácilmente tratables que los orgánicos.

La sintomatología que producen las alteraciones de la ATM es muy variada. Podemos citar, en orden de importancia:

– Pequeños ruidos o chasquidos articulares.

– Dolores a la palpación.

– Dolores difusos que pueden aumentar con la masticación.

– Limitaciones variables a la apertura con desviación de la mandibula.

– Incluso bloqueos completos de la articulación.

La evolución de los problemas de la ATM es crónica. Si no se actúa tenderán a empeorar progresivamente haciéndose más patente la sintomatología.

La posibilidad de actuar sobre los problemas de la ATM es limitada y los resultados, en ocasiones, no son muy buenos.

En general todos los tratamientos comienzan por la relajación de la musculatura masticatoria mediante «férulas (o placas) de descarga (o neuro-oclusales, o de desprogramación, …». Estas férulas son dispositivos que se colocan entre las arcadas dentarias y que pueden tener varias funciones: relajación de la musculatura masticatoria como ya indicamos, recolocación de los cóndilos mandibulares, etc.

En el caso de problemas de la articulación temporomandibular funcionales se debe equilibrar la oclusión restituyendo los dientes perdidos y eliminando los contactos prematuros o anómalos. Para ello en ocasiones se precisa rehabilitar mediante prótesis toda la oclusión.

En la patología orgánica de la ATM puede ser preciso recurrir a técnicas invasivas como la artrocentesis (punción y «lavado» de la articulación) y diversas técnicas quirúrgicas de resultados variables.

Los quistes óseos orales son cavidades formadas en el seno del hueso maxilar o mandibular y habitualmente revestidas por tejido epitelial (una especie de «piel»). Aunque existen una gran cantidad de causas posibles la gran mayoría son de origen dentario, por infección crónica de un diente.

Un número mucho menor puede tener otras causas, como los de origen odontogénico formados a partir del epitelio del folículo dentario («germen») de dientes incluidos o ya erupcionados. Puede suceder, aunque es muy infrecuente, que los quistes óseos o mandibulares se malignicen.

La evolución natural de un quiste maxilofacial no tratado suele ser el crecimiento, con o sin sintomatología aguda. Los quistes originados por infecciones dentales crónicas tienden a fistulizarse produciendo salida episódica de material purulento a la cavidad oral.

Los problemas sobre quistes óseos o mandibulares que se pueden plantear son varios:

– En el caso de quistes óseos de origen odontogénico, el crecimiento puede desplazar o dañar estructuras anatómicas vecinas, como el seno maxilar, troncos nerviosos (con afectación de la sensibilidad), o vasos sanguíneos (con riesgo de hemorragia). También puede producir movimientos o pérdidas de vitalidad en los dientes vecinos.

– En el caso de quistes óseos originados por infección dentaria, su evolución es a la formación de fístulas (comunicaciones del quiste con la cavidad bucal) por las que sale material purulento. En ocasiones, el crecimiento de estos quistes también afecta a los dientes vecinos produciendo pérdidas de vitalidad.

– El lento crecimiento de los quistes óseos, sea cual sea su etiología, puede debilitar el hueso en el que se encuentra facilitando la fractura del mismo.

– Existe el riesgo, infrecuente, de malignización del epitelio que rodea al quiste.

Dentro de la información sobre el quiste maxilofacial que podemos ofrecer, es interesante saber que el tratamiento puede variar según el origen del quiste. En el caso de que se haya originado por infección dentaria crónica, la endodoncia (o sea, la retirada del material infectado del interior del diente) puede en ocasiones solucionar los problemas sobre los quistes óseos o mandibulares. En caso contrario habría que acudir a la cirugía para extirpar el quiste.

En el caso de los quistes odontogénicos o de otros orígenes, el único y obligado tratamiento es el quirúrgico.

El tratamiento quirúrgico de los quistes conlleva unos riesgos intrínsecos de la cirugía (posibilidad de infección, hemorragia, etc.) y otros que dependerán de la zona anatómica sobre la que se actúe.

Los «dientes incluidos» son los dientes que no han erupcionado, o sea, no han aparecido o lo han hecho parcialmente en la cavidad bucal.

Existen múltiples causas, muchas de ellas mal conocidas, que pueden provocar este fenómeno. Por eso, la Organización Colegial de Dentistas de España ofrece información sobre dientes incluidos veraz y contrastada. Con mucha frecuencia se asocia a una falta de espacio durante el período eruptivo.

Los problemas que pueden plantear estos dientes, en el interior del hueso, son varios:

– Daños en estructuras anatómicas situadas también en el espesor del hueso: seno maxilar, troncos nerviosos, raíces de dientes adyacentes, etc.

– Alteraciones en el resto de los dientes, bien dificultando su erupción en el caso de los niños, o bien produciendo movimientos y malposiciones en los dientes ya erupcionados.

– Formación de quistes por la proliferación del tejido epitelial que rodea al diente incluido. Estos quistes en alguna ocasión pueden llegar a malignizarse, pero en cualquier caso afectarían a las estructuras anatómicas vecinas.

El tratamiento recomendado es la extracción quirúrgica de los «dientes incluidos», salvo que el riesgo de la cirugía lo desaconsejara.

Cuando no se reponen los dientes extraídos, se suele producir una migración de los dientes adyacentes hacia el espacio libre (sobre todo, de los situados posteriormente) y un crecimiento o extrusión del (o de los) antagonista(s) que mordía(n) contra el extraído.

El grado de estos desplazamientos es variable, pero puede llegar a ser muy pronunciado. En todo caso, las migraciones no consisten en una traslación, sino en una inclinación, con lo que la forma de las arcadas se modifica y con ello la eficacia masticatoria.

De estas migraciones pueden derivarse, con el tiempo: Defectos de la intercuspidación o « engranaje » de los dientes, que pueden limitar la masticación y provocar unas dolencias de las articulaciones de la mandíbula (la articulaciones témporo-mandibulares o articulación cráneo-mandibular ) y del cuello, que se acompañan de mareos: es el llamado síndrome disfuncional (o dolor-disfunción ) cráneo-mandibular o témporo-mandibular.

Además, si con las migraciones de los dientes adyacentes el espacio estrechado no llega a cerrarse del todo puede resultar muy problemática, incluso imposible, una adecuada reposición protética.

Lo mismo ocurre cuando algún diente de la arcada contraria, extruido, se inmiscuye y ocupa parte de la altura del espacio correspondiente al diente extraído.

Un mayor riesgo de caries en los contactos de los dientes adyacentes al extraído con los dientes vecinos, porque al aflojarse los puntos de contacto, hay tendencia a la penetración y retención (empaquetamiento) entre dichos dientes de restos alimenticios, que sirven de alimento a los gérmenes causantes de caries.

También se produce un mayor riesgo de caries en el diente antagonista extruido y en los dos que contactan con él, porque se desacoplan sus puntos de contacto normales y se favorece el empaquetamiento de alimentos entre ellos.

La enfermedad periodontal es una patología crónica, que cursa en brotes con una sintomatología mínima (a veces, totalmente asintomática) y conduce a la pérdida de soporte periodontal de los dientes, es decir, del hueso en el que éstos se sujetan y de las encías). Dentro de ella se distinguen:

Las Gingivitis (inflamación de las encías)

Las periodontitis (inflamación del periodonto, o conjunto de estructuras que sujetan los dientes a los maxilares). Dentro de ellas se distinguen formas de gravedad distinta; así, la periodontitis rápidamente progresiva y refractaria al tratamiento, que generalmente empieza en una edad joven (tanto más joven, más graves), acaba en la pérdida inexorable de dientes en unos pocos años.

Factores de riesgo

El mal control de placa: sin una correcta técnica de cepillado que elimine los depósitos bacterianos de dientes y encías, el control de la periodontitis no es posible.

El tabaco es un conocido factor agravante de la enfermedad periodontal, por lo que el fumar conlleva una respuesta peor a los tratamientos, y un mayor riesgo de agravamiento de su evolución normal y de reactivación de la enfermedad.

Expectativas terapéuticas

El tratamiento de la enfermedad periodontal es fundamentalmente domiciliario , por medio de una exquisita higiene oral: cepillado, uso de seda dental y, en ocasiones, manejo de colutorios.

Sin embargo, en las fases activas de la enfermedad estos procedimientos no surten efecto sin la previa intervención del dentista.

El bruxismo es una disfunción de la articulación temporomandibular (ATM), que se encuentra entre el hueso temporal y la mandíbula, permitiendo la dinámica mandibular. Esta articulación está íntimamente relacionada con la oclusión dentaria y con el sistema neuromuscular, haciendo que sean posibles las funciones de masticación, deglución y fonación.

El trastorno de esta articulación se caracteriza por la alteración de los músculos mandibulares y de las estructuras adyacentes, que daña a la articulación y a la musculatura de la masticación que une la mandíbula con el hueso temporal. Asimismo, la unión disco-cóndilo se ve afectada en diferentes grados, lo cual marcará la evolución de las diferentes fases de la patología.

Algunos de los motivos por los que aparece esta patología son el estrés, la tensión, la maloclusión o la irritabilidad muscular. Por otro lado, las causas principales de la enfermedad son el dolor miofascial, la asimetría esquelética, patologías sistémicas como la artritis o un trastorno degenerativo e inflamatorio de las articulaciones temporomandibulares.

Los síntomas más frecuentes en pacientes que padecen bruxismo son dolores de cabeza y de cuello constantes, molestias en los músculos faciales o el desgaste dental.

Para llevar a cabo un análisis adecuado del bruxismo y de la ATM se realizan diversas pruebas, como modelos articulados de la cavidad oral, radiografías y resonancias magnéticas para valorar la capturación disco-cóndilo. Es de vital importancia saber cómo tratar el bruxismo con el fin de mejorar la calidad de vida del paciente y evitar problemas mayores. El tratamiento de esta enfermedad puede complicarse con el tiempo si no se trata correctamente, por lo que es fundamental acudir al dentista al percibir los primeros signos.

Tipos de bruxismo

Esta patología puede ser de tipo diurno o nocturno. El bruxismo diurno está relacionado con estímulos externos de tipo psicosocial o ambiental, mientras que el nocturno se asocia a una disfunción central neuromotora.

El bruxismo nocturno es un trastorno muscular que provoca movimientos mandibulares y el rechinamiento de los dientes durante las horas de sueño a través de un ritmo involuntario.

Ambos tipos de bruxismo pueden tener síntomas similares.

¿Cómo tratar el bruxismo?

Fármacos antiinflamatorios

Una de las opciones más conservadoras es el consumo de fármacos. Entre los más utilizados para tratar el bruxismo encontramos los analgésicos o los antiinflamatorios, que ayudan a disminuir la inflamación y las molestias propias de esta patología.

Férula de descarga

Este dispositivo tiene como objetivo reposicionar los cóndilos a su posición de relación céntrica y relajar los músculos de manera progresiva. Asimismo, disminuye la tendencia al bruxismo y protege a los dientes del desgaste producido.

Visitar a un fisioterapeuta

Gracias a la ayuda de un fisioterapeuta se trabajan una serie de procedimientos dirigidos a proteger y recuperar la función de las estructuras móviles mediante el empleo de movimientos terapéuticos.

La cinesioterapia, mecanoterapia, masoterapia y electroterapia son útiles para disminuir los efectos del bruxismo. Por un lado, la cinesioterapia está indicada para conservar y aumentar la amplitud del movimiento articular y para corregir ciertos defectos posturales.

A través de la electroterapia se utilizan ondas electromagnéticas para obtener la relajación muscular y mejorar la circulación y la inflamación de la mandíbula.

Medidas dietéticas y posturales

Por último, los ejercicios de corrección postural y unos hábitos alimenticios adecuados también son medidas que ayudan a tratar el bruxismo, así como evitar una vida sedentaria y practicar actividades físicas con frecuencia.

Para saber cómo tratar el bruxismo es fundamental ponerse en manos de especialistas altamente cualificados para recibir unas técnicas de tratamiento destinadas cada caso individual, obteniendo un diagnóstico óptimo y mejorando la calidad de vida del paciente.

El diagnóstico de un cáncer oral se basa en un tipo de tumor maligno localizado en la cavidad oral, que afecta a cualquiera de sus tejidos, incluyendo la lengua, las encías, las mejillas, y los labios. Puede aparecer como una lesión primaria de la cavidad oral, en forma de metástasis de un cáncer en un área del organismo distinto o como una extensión de daños en las estructuras anatómicas próximas.

El cáncer oral es un grave problema de salud en muchos países que cuenta con un alto índice de mortalidad. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la incidencia de cáncer oral en España es de 12 a 15 casos por año en varones y de 2 a 4 casos en mujeres por cada 100.000 habitantes. La OMS predice un aumento de la enfermedad en todo el mundo en los próximos años.

Por eso es de vital importancia prevenir el cáncer oral atendiendo a los consejos de expertos profesionales.

La Odontología tiene un papel relevante en la prevención, diagnóstico y tratamiento de esta patología.

Síntomas, diagnóstico y tratamientos del cáncer oral

Algunos de los síntomas del cáncer oral son los siguientes:

  • Aparición de una mancha o un bulto blanco o enrojecido en cualquier lugar de la cavidad oral.
  • Permanencia de una llaga en algún tejido bucal que sangra con facilidad o no se cura.
  • Dificultad al masticar, tragar, o mover la lengua y/o la mandíbula.
  • Adormecimiento de la boca o la lengua.

La detección precoz gracias al correcto diagnóstico tras la aparición de los primeros síntomas del cáncer oral es clave para el pronóstico de la enfermedad. El dentista es la primera persona que suele detectar esta patología durante la exploración. Las lesiones que perduren más de dos o tres semanas, y que no respondan al tratamiento inicial, deberían ser biopsiadas.

La biopsia oral es un procedimiento quirúrgico destinado a recoger tejido de un organismo vivo para su estudio microscópico, con una finalidad diagnóstica. En este sentido, el papel de la biopsia oral es básico, ya que permite establecer el diagnóstico definitivo de las lesiones orales. Estas lesiones pueden ser precancerosas y, a través del estudio de su aspecto e historia clínica, sería posible establecer un diagnóstico clínico de presunción.  No obstante, el estudio histopatológico es imprescindible.

Una detección temprana de la enfermedad favorecerá la curación o reducción del daño, minimizando el riesgo de mortalidad del cáncer oral. Si es detectado en estadios asintomáticos, la tasa de supervivencia aumenta significativamente, así como la posibilidad de tener que realizar tratamientos agresivos.

La cirugía es uno de los principales tratamientos del cáncer oral para tumores en fases iniciales (estadios I y II), que podría combinarse con radioterapia y quimiorradioterapia. El tratamiento de carcinomas orales avanzados (estadios III y IV) suele incluir un tratamiento combinado de cirugía, radioterapia, quimioterapia y tratamientos biológicos adicionales.

Factores de riesgo del cáncer oral

La etiología del cáncer oral es multifactorial. Los factores de riesgo más comunes son el consumo de tabaco y/o alcohol. Una mala alimentación, la radiación ultravioleta solar, infecciones, el virus del papiloma humano (HPV), radiaciones ionizantes o determinados productos químicos que también pueden provocar esta enfermedad. El estilo de vida del paciente está muy relacionado con la aparición del cáncer oral, así como lo están la genética y el medio ambiente. Por ello, tanto si cree tener alguno de los síntomas del cáncer oral citados en este artículo, como si tiene antecedentes genéticos o está expuesto a varios factores de riesgo, recomendamos que se ponga en contacto con su dentista de confianza con la mayor urgencia con el fin de prevenir el cáncer oral o recibir los tratamientos adecuados lo antes posible.

Riesgo de aparición del cáncer oral en fumadores

Cerca del 80% de los casos de cáncer oral se relacionan con el consumo de tabaco. El humo de los cigarrillos contiene alrededor de 60 carcinógenos conocidos, entre los que destacan hidrocarburos aromáticos policíclicos, nitrosaminas específicas del tabaco, aminas aromáticas y aldehídos, además de metales como el arsénico o el plomo.

El riesgo de padecer cáncer oral aumenta significativamente cuando el consumo de cigarros diario es mayor de 20 unidades, la duración del hábito es superior a 20 años, y en aquellos sujetos que comienzan a fumar antes de los 15 años.

Dejar de fumar o reducir el consumo de cigarrillos contribuye a la desaparición de algunas lesiones potencialmente malignas en la boca. El abandono de este hábito nocivo reduce el riesgo relativo de cáncer oral después de 10 años, llegando a ser comparable al de las personas que nunca han fumado.

Tasa de curación del cáncer oral

Las tasas de curación del cáncer oral dependen de su estadio. Lamentablemente, aproximadamente el 50% de los casos de cáncer oral son diagnosticados en estadios avanzados (estadios III y IV).

La tasa de supervivencia a los cinco años es del 80% en estadios iniciales, 40% en neoplasias con afectación regional e inferior al 20% en pacientes con metástasis a distancia.

Cómo prevenir el cáncer oral

Para disminuir el riesgo de padecer cáncer oral es necesario llevar a cabo hábitos saludables. Eliminar el consumo de tabaco es fundamental para minimizar los riesgos, así como minorar la ingesta de alcohol. También es importante reducir el riesgo de infección por el HPV.

Realizar revisiones odontológicas, al menos, dos veces al año es otra de las medidas más efectivas para prevenir el cáncer oral.

Se estima que entre el 30% y el 40% de todos los tipos de cáncer podrían ser evitados con estilos de vida saludables y una correcta alimentación. El aumento en el consumo de frutas y verduras en la dieta ha demostrado prevenir el cáncer oral.

La recomendación sobre la ingesta de frutas y verduras es tomar cinco piezas al día y, por lo general, consumir los vegetales crudos mejor que cocinados.

Las frutas que mejor protegen frente al cáncer oral son las frutas rojas, como las fresas, frambuesas, arándanos o las moras, ya que contienen ácido elágico y gran cantidad de polifenoles que estimulan los mecanismos de eliminación de sustancias cancerígenas.

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