Por encima de cualquier otra imagen que nuestra memoria quisiera grabar en el recuerdo de esta pandemia, será difícil de olvidar a la Ertzaintza aplaudiendo a la Guardia Civil, la Generalitat de Cataluña pidiendo ayuda al Ejército Español, a destacados marxistas alabando a empresas capitalistas por sus donaciones a la Sanidad Pública y a dirigentes políticos que repudiaban el confinamiento, alabando la eficacia e idoneidad de dicha medida. Es el mundo al revés.
Las paradojas y los sinsentidos parecen haber modificado nuestra manera de pensar y nuestra existencia, y esta circunstancia nos ha afectado, tanto a nivel personal como profesional.
Cuando el miedo toma el control y la palabra, generalmente, saca lo peor de cada uno de nosotros y esas energías se transforman, habitualmente, en manifestaciones y acciones egoístas e insolidarias.
Durante la pandemia, en nuestra profesión se ha podido demostrar que es muy difícil gestionar lo individual y lo colectivo a la vez. Y así, nuestros criterios individuales se fueron modificando en función de la información que recibíamos y de su posterior interpretación, lo cual explica que una semana exigiéramos a nuestros Colegios un acción concreta, para la semana siguiente solicitar con la misma vehemencia, otra contraria.
Nadie puede negar el esfuerzo y eficacia informativa del Consejo General, trasladada posteriormente con la adecuada interpretación por cada uno de los Colegios, y puedo asegurar que han sido muchos los compañeros de otros Colegios no sanitarios, los que han podido sobrellevar la soledad de estos días con nuestras informaciones y protocolos.
Sinceramente, no creo que con tantos muertos en nuestro entorno, encima tengamos que salir reforzados de esta maldita crisis, ya que no somos una profesión mejor ni peor que antes, aunque sí diferente.
Reconozcamos que, durante estas largas semanas, nos hemos comunicado más entre nosotros, hemos hablado de nuestros problemas, hemos aclarado diferencias, y creo que este ha sido el inicio de la esperada vacuna frente a nuestro eterno individualismo.