Los problemas que pueden plantear estos dientes, en el interior del hueso, son varios:
- Daños en estructuras anatómicas situadas también en el espesor del hueso: seno maxilar, troncos nerviosos, raíces de dientes adyacentes, etc.
- Alteraciones en el resto de los dientes, bien dificultando su erupción en el caso de los niños, o bien produciendo movimientos y malposiciones en los dientes ya erupcionados.
- Formación de quistes por la proliferación del tejido epitelial que rodea al diente incluido. Estos quistes en alguna ocasión pueden llegar a malignizarse, pero en cualquier caso afectarían a las estructuras anatómicas vecinas.
El tratamiento recomendado es la extracción quirúrgica de los «dientes incluidos», salvo que el riesgo de la cirugía lo desaconsejara.